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jueves, 15 de octubre de 2015

¿Y quién me tiene que decir a mí lo que es una mujer real?

Para mí, una mujer real no es aquella que critica a otra de su género o que la hace sentir de menos, sino aquella que lucha contra estereotipos, la que te empuja a ser mejor, la que trata de sentirse bien consigo misma sin herir los sentimientos de nadie, sea gorda o flaca, sea fea o guapa. Una mujer real jamás llamaría saco de huesos a una 34 ni foca marina a una 52, porque una mujer con lo que hay que tener, defiende a otra mujer, jamás la hunde.
Para mí, una mujer real mide a las demás por sus virtudes y no por sus defectos. Nunca humilla, nunca dice cosas como “¿Y esto te lo pones tú? Si parece de Zara Kids…”, ni mucho menos te manda a Punto Roma a por un buen vestido-carpa de circo, llamándote gorda entre dientes. (Desde aquí aprovecho para decir que me parecen una manada de imbéciles acomplejados todos los que se meten, por ejemplo, con Tania Llasera por haber engordado, o con Heidi Klum, por haber adelgazado).
Para mí, una mujer real, es una chica que cada mañana coge su quitaojeras y le pone una sonrisa al madrugón que se acaba de pegar, con toda su buena voluntad, con todas sus ganas de verse bien y de gustarse a sí misma y al resto de población mundial. Que tapa michelines o huesos, pero que tapa algo que le parece feo, sólo porque así se siente mejor. Y esa chica, que puedes ser tú, o que puedo ser yo, creo que como poco se merece respeto.

Sí, respeto.
Porque, no os equivoquéis, una mujer real no es una superwoman. A veces no puede con todo. A veces, está hasta las narices del trabajo, del novio o el marido, de los niños, de las facturas, de todos los rollos que tiene la vida. A veces, en el peor de los casos, puede encontrarse mal física o mentalmente. A veces, puede estar de bajón sin más. No todo es fiesta. Que aquí parece que tengamos que ser la maldita chica All Bran, que se come unos cereales y baila el twist con unas bragas rojas en el salón. Y no.
Que se han pensado que somos las de la falda lápiz y el tacón de aguja, con un maletín de piel negro y una camisa blanca abrochada hasta donde asoma el canalillo. Profesional pero sexy. Guapa pero lista. Se han pensado que aunque nos quejemos, siempre tragamos con todo lo que nos ponen por delante, así que, qué más da. Porque claro, ya nos hemos acostumbrado a eso de cobrar menos, estar más puteadas, ser Don Limpio, Bill Gates y Beyoncé a la vez, tener que soportar que sólo salgan tías en anuncios de Hemoal y pérdidas de orina, con tener la regla desde la pubertad y que nadie entienda la mala leche que te pone que encima te digan “si es que estás con el síndrome premenstrual, o si es que estás así de amargada de serie”.
Qué hartura.

VIA: http://lachicadelosjueves.com/2015/09/21/xs-y-tu/ (AUNQUE PARA MI LO ÚNICO QUE MERECE LA PENA ES ESTO, SE QUEJA DE TENER UNA XS. QUIEN LA PODRÍA TENER¡¡)

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